Miembro del Colegio de Abogados de París desde 2004, David Lutran es también un mediador acreditado (mediación comercial e inmobiliaria, conflictos de pareja y sucesiones, en particular). Su bufete Lutran Avocats & Médiation favorece la resolución amistosa de los litigios de sus clientes para permitirles disponer de una solución rápida, operativa y adaptada a sus necesidades.
Conflicto judicial: un proceso largo, costoso e incierto
La justicia francesa está en entredicho desde hace mucho tiempo: tribunales atascados, falta de recursos, procedimientos que duran varios años, inseguridad jurídica, dificultades para ejecutar las decisiones. Todos estos problemas son bien conocidos y están en el origen de una importante falta de confianza en el sistema. La crisis sanitaria y económica que atraviesa Francia desde hace más de un año ha aumentado estas dificultades.
Lo mismo ocurre en otros países, mientras que la complejidad de los litigios internacionales se ve acentuada por las cuestiones que clásicamente se plantean en este ámbito – competencia, ley aplicable, ejecución de decisiones en el extranjero – con la consecuencia de prolongar y aumentar el costo de los procedimientos.
Al requerir una importante inversión financiera y humana, la opción de resolver el litigio por la vía judicial (tribunales estatales o tribunales de arbitraje) no necesariamente podrá responder a las expectativas de la parte que habrá tomado la iniciativa de emprenderla: además de los problemas descritos anteriormente, la propia decisión obtenida será a menudo incapaz de satisfacerle. Si se dicta únicamente sobre la base de la ley, no será una solución al problema en cuestión considerado en su totalidad. Si se hace demasiado tarde, será complicado ejecutarlo en un entorno económico cada vez más fluido. Como resultado de una dura pugna entre las partes, contribuirá al deterioro definitivo de su relación, mientras que el problema podría haberse resuelto en profundidad y de forma previa.
Si la justicia civil y mercantil debe cumplir su papel -a través de su función a la vez disuasoria y reguladora de las relaciones entre los agentes económicos- y si el derecho es esencial para la vida en sociedad, la solución judicial de los conflictos ya no es evidente.
El litigio debe seguir siendo el último recurso cuando las partes no han conseguido llegar a un acuerdo previo. Resolver un conflicto de forma útil y eficaz requiere matices, claridad y comprensión de la posición de la otra parte, para llegar a una solución satisfactoria y sólida de forma rápida porque es eficaz.
La mediación: un método ágil y sencillo de resolución de conflictos
Ampliamente difundida en el mundo, la mediación empieza a encontrar su lugar en el escenario de los métodos de resolución de conflictos en Francia, gracias a la acción combinada de varios actores: política gubernamental favorable, implicación de magistrados y abogados, acciones de sensibilización del entorno asociativo.
La mediación es un proceso confidencial que tiene lugar fuera de un juicio (judicial o arbitral) o al margen de él, cuyo objetivo es la resolución de un conflicto entre las partes, con la ayuda de un tercero neutral, independiente e imparcial llamado mediador.
La mediación dura mucho menos (de unos días a unos meses) que un pleito, y es moderadamente costosa, al tiempo que permite a las partes realizar un ahorro sustancial, no sólo en términos financieros, sino también en términos de recursos humanos, desorganización de los equipos movilizados por el litigio, y reputación… La confidencialidad que lleva aparejada impide que las partes hagan un uso indebido de la información obtenida en este contexto (preservación de los secretos comerciales, conocimientos industriales y técnicos, etc.).
Hoy en día, la mediación abarca casi todo el espectro jurídico: derecho mercantil y económico, derecho laboral y familiar, derecho público, etc.
Proceso flexible que puede ser modulado libremente por las partes del conflicto, la mediación es convencional – cuando las partes designan espontáneamente a un mediador o cuando la mediación está prevista en un contrato – o judicial cuando es iniciada por un juez cuando el caso ya está ante los tribunales.
El equilibrio sin la espada: el valor añadido de la mediación
La esencia de la mediación es encontrar el punto de equilibrio entre los intereses respectivos de las partes, relativizando las nociones de victoria y derrota propias del litigio tradicional. Las partes mantienen el control del proceso (elección del mediador, organización, elaboración de la solución) y no renuncian a su conflicto.
La rueda de Fiutak, que lleva el nombre de un famoso mediador, ilustra el proceso de mediación.
En primer lugar, el mediador ayuda a las partes en conflicto a establecer un diálogo de calidad para comprender el origen del conflicto, aceptar la posición de la otra parte y ampliar el campo de posibilidades abarcando aspectos de la relación de las partes que no formaban parte del conflicto en su formulación inicial.
Este diálogo permitirá establecer un marco propicio para la reflexión conjunta de las partes, que, a través del ensayo y error y con la ayuda de sus abogados (si los tienen), podrán poner en común un abanico de soluciones para finalmente acordar una solución mutuamente satisfactoria en función de los parámetros del conflicto (relaciones jurídicas, económicas y de poder, preocupaciones diversas… cada caso tiene su propia particularidad). Flexible y ágil, la mediación solicita así la creatividad de las partes para resolver su conflicto.
Etapas de la medicación (de la rueda de Thomas Fiutak’s)
Lo más frecuente es que el acuerdo se formalice en forma de contrato (protocolo transaccional), al que se le puede otorgar la misma fuerza ejecutiva que a una sentencia (mediante un procedimiento simplificado de homologación ante el juez). Al haber sido el acuerdo deseado y pensado por las partes, éstas lo ejecutarán espontáneamente; las dificultades de ejecución son, por tanto, raras, mientras que la mediación registra altos índices de éxito (2 de cada 3 casos de media).
Efectiva y no aleatoria, la médiation aporta así un verdadero valor añadido al permitir resolver el conflicto en todas sus dimensiones: jurídica, económica, personal, reputacional, etc. De este modo, la relación entre las partes puede conservarse y redimensionarse, o terminar adecuadamente si no hay futuro entre ellas.